viernes, 28 de julio de 2017

1767-1787 REAL CASA DE LAS ESCUELAS.

Escudo de España. Carlos III.
El 3 de abril de 1767 se produjo la expulsión de los jesuitas de Arcos, cuya labor instructiva era cuestionada en los últimos tiempos por el gobierno de Carlos III. Aun así, siendo conscientes del vacío educativo que dejaba en nuestra ciudad la ausencia de los religiosos, el colegio volvió a abrirse por orden del rey tomando la denominación de Real Casa de las Escuelas. Se aplicó a su sostenimiento y pago de profesores una mínima parte de los dos millones de reales (entre bienes, fincas y servicios) que el estado había incautado como si hubiese pertenecido a los jesuitas, siendo en realidad propiedad de la fundación del colegio, como había sido la voluntad de Ana de Trujillo y posteriormente Diego de Virués a mediados del siglo XVII. Aquellas propiedades no fueron nunca de los jesuitas y, por tanto, nunca debieron haberse incautado y vendido. Ante tamaña injusticia, “el Ayuntamiento de Arcos reclamó justificando documentalmente que los bienes expropiados nunca habían pertenecido a la Compañía de Jesús. Carlos III decidió restituir el edificio, pero como una donación de S.M., no como una devolución de algo indebidamente apropiado” (1).

Sobre el dintel de la portada de la antigua capilla, Carlos III ordenó colocar el escudo de España con las flores de lis de los borbones, para que quedara bien visible la regia donación.

Se suprimió la Teología y “quedaron provisionalmente encargados de la enseñanza en el colegio un catedrático de gramática, un repetidor, un maestro de escribir y otro de leer, cuyos cargos fueron confirmados por el rey Carlos III en su Real Decreto de 28 de septiembre de 1768. Disfrutaban dichos profesores los sueldos de 350 ducados el catedrático, 200 el repetidor, 250 el maestro de escritura y 200 el maestro del lectura para cuyos salarios contribuía el Ayuntamiento con 200 ducados, abonándose el resto del fondo de temporalidades de la suprimida Compañía” (2).

El Ayuntamiento fue retirando poco a poco la subvención que otorgaba para pagar a los profesores, debido a las dificultades económicas que atravesaba, al mismo tiempo se terminaron de vender las fincas que anteriormente habían administrado los jesuitas y cuyos beneficios sostenían al centro docente, por lo que el colegio fue paulatinamente abandonado.

(     1)   Heráldica de Arcos de la Frontera. José Antonio Delgado y Orellana. 1984
(     2)   Apuntes para una historia de Arcos de la Frontera. Miguel Mancheño y Olivares.



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